lunes, 20 de agosto de 2007

Manual de supervivencia







Irte de vacaciones a un pueblo pequeño del norte donde no hay ADSL ni casi cobertura para el móvil puede parecer que tiene sus encantos, pero no es así. Si a lo de internet y el móvil le sumamos que es un pueblo lleno de críos medio catalanes, medio franceses y medio belgas (bueno, los belgas también hablan francés), un pueblo con sus correspondientes viejas, en definitiva, un pueblo fantasma en invierno y medio habitado en verano. Pues como iba diciendo, teniendo en cuenta todo lo que acabo de decir, no quedan muchas alternativas para entretenerse, a menos que puedas atrincherarte en casa, leer un libro, ver las películas atrasadas (que siempre hay) y a la mínima oportunidad que se presente largarte como alma que lleva el diablo al sitio civilizado más cercano para comprobar que todavía no has perdido el poco civismo que te quedaba.

Como decía hay más bien pocas alternativas para no morirse del asco. Una de ellas es armarse de valor, salir de casa (no sin las debidas protecciones, a saber: nivel de autismo cercano a 10; mp3 bien cargado de música decente, es decir, algo que sature tus oídos y no deje oír nada del exterior, yo recomiendo Nightwish o Sonata Arctica, pero admito cualquier cosa en esa línea; cara de perro, muy importante para que ni siquiera se atrevan a dirigirte la palabra y creo que es todo, se admiten sugerencias) y dar una vuelta por el dichoso pueblo, si es un pueblo como el mío hasta puede tener su cosa, las casas en ruinas son bastante inspiradoras de fantasías raras y una iglesia con imágenes chungas también tiene su aquel de terrorífico, sobretodo cuando va acompañado del saludo del cura (brrrrrrr, que miedo).
La segunda opción fue la que puse en práctica la última vez que estuve allá (es decir, la semana pasada). Miércoles por la tarde, festivo para más señas (15 de agosto), aburrimiento crónico de estar mirando la pantalla del portátil durante aproximadamente 2 horas, viendo algo que parece una serie, pero que al fin y al cabo tu solo identificas como ruido e imágenes, ¿qué puedes hacer? Lo primero es quitarse el pijama, eso ayuda mucho a las 5 de la tarde, pero claro, como te habías tomado la semana de relax, pues ahí estás como un vegetal tumbado en la cama. Lo segundo es tener un padre con ganas de aguantarte un rato en medio de la nada (que eso ya es mucho).
Lo tercero es sacar tus más primitivos impulsos de convertirte en el
Indiana Jones de la prehistoria, es decir, que salgas de casa con la esperanza de encontrar un pedrusco con algo más que tierra pegada.
Allá vas tu, enfundada en tus vaqueros, con las bambas blancas compradas en el Cortinglé y una camiseta con una hamburguesa que dice I want to be inside you, toda una declaración de intenciones. Lo más gracioso es que siempre le contestas mal a tu padre, pasas de él (cosas de la edad), pero cuando te saca de casa ya es otra cosa, por muy pesado que te parezca (aún no estás muy convencida, pero que le vas a hacer, es tu padre). Entonces se da una situación de lo más cómica, en un intento de convertirte en la descubridora de algo así como Atapuerca, pero en un pueblo aún menos conocido, vas mirando al suelo como una gilipollas, por si encuentras algún fósil o algo parecido...ejem. Parece mentira que sepas un poco de geología, que sepas que la zona está principalmente compuesta de pizarras y arcilla, pero aún así tu sigues buscando un pedrusco diferente. En fin, que el hecho de convertirte en Indiana Jones no sucederá nunca, pero por lo menos has pasado un rato sin escuchar a los críos hablando en un popurrí de idiomas que nunca comprenderás.

Esto es todo de las mini vacaciones, me hubiera gustado que fuese un relato más científico, o al menos más entretenido, pero mi vida es muy triste, qué le vamos a hacer... Por lo menos he metido algo de pedruscos por ahi, en fin...

1 comentario:

  1. Hola
    muy interesante hay que tomar esa preacausiones, cuando salgamos algun día.
    que estes bien, estas muy linda
    bye
    pd: pasa por mi blog subi un cuento.
    besos

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