miércoles, 16 de junio de 2010

Pesimismo pasajero

Hace ya casi cinco meses que no escribo nada... y tengo mono, el problema es que no se sobre qué escribir.

No lo voy a negar, estoy desilusionada: no con mi carrera, que quizá me guste más ahora que cuando la empecé, sino con el mundo.

Cuando decidí crear Intentando cambiar el mundo, lo hice con la ilusión de precisamente eso, cambiar el mundo con mi profesión, porque creía que era posible.
Ahora ya no estoy tan segura.


En los últimos meses todos hemos sido testigos de despropósitos, catástrofes y sinsentidos tales como timos fotovoltaicos (yo sigo sin tragarme que sean errores de medida, señores de Red Eléctrica), concesiones mineras que están más allá de ser ilegales y pasan a ser directamente atentados contra la naturaleza, vertidos que tardan meses en ser frenados, manifestaciones en contra de la construcción de un almacén de residuos nucleares (la mayoría engañando a los viejecitos del pueblo, o sobornándolos con merendolas), una línea de alta tensión que podría tener un trazado alternativo pero que al político de turno no le sale de los cuernos cambiarlo... y un largo etcétera.

Pero lo que más me ha indignado, con diferencia, es la Cumbre de Copenhague, para eso ni siquiera tengo palabras porque no me gusta emplear un vocabulario soez en textos más o menos formales. Solo puedo expresar la indignación que me producen los políticos llamándoles sinvergüenzas, por ir con un montón de promesas bajo el brazo para solamente hacerse la foto (me recuerda al "Fulanito estuvo aquí") y dejar constancia de que estuvo en el sarao, pero ni aportó nada nuevo ni ayudó a que los demás llevasen a cabo sus ideas.

Me indignan las políticas de paridad, porque así solo se fomenta la imagen de mujer florero (está aquí porque no queda más remedio, no por lo que vale). Me indignan los sindicatos, porque ya no representan al trabajador. Me indigna la corrupción y que a los corruptos no los ajusticien públicamente para dar ejemplo (por aquello de "cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar").

Por todas las razones arriba descritas he dejado de escribir, porque he perdido la fe en la humanidad, porque no creo que sea posible un cambio a mejor, porque creo que el futuro solo nos depara guerras, hambre, miseria.

Cuando se me pase el pesimismo volveré a escribir, espero.